Plaça de Can Xammar
La construcción de la muralla fue un verdadero quebradero de cabeza para los mataroneses. Las obras duraron treinta años! Sólo por eso y por su magnitud, se la considera la obra pública más importante de la ciudad en época moderna.
Una vez asegurada Barcelona, el rey de España Felipe II ordenó la fortificación de otras ciudades del litoral catalán. En aquella época los peligros eran muchos: ataques de corsarios, contagios epidémicos, aguaceros y riadas. Entonces la fortificación de la iglesia de Santa Maria ya se había mostrado insuficiente para proteger a todos los aldeanos.
Las obras de la muralla de Mataró comenzaron en 1569 y no terminaron hasta 1600, siempre bajo la dirección del ingeniero real Jorge de Setara, también autor de la fortificación de Perpinyà.
Curiosamente el tiempo no fue el único inconveniente de esta construcción: los mataroneses también tuvieron que pagar la muralla de su propio bolsillo. Esta fue la prenda por no haber satisfecho ningún tributo desde su incorporación a la Corona en 1480, lo que significó un gran sacrificio económico.
En esta plaza puedes ver un tramo muy largo y bien conservado de la muralla moderna y en una de las esquinas, los restos de una torre de vigilancia. El muro fue levantado aprovechando el desnivel natural y se llenó con vertido de tierras y piedras. Tiene una extensión aproximada de 96m por 7m de alto y una anchura de 75 cm.
La muralla mataronesa es un ejemplo típico de muralla de época moderna. Como ves tiene poco que ver con murallas romanas o medievales en las que se prioriza la altura del muro y el volumen de los sillares. Esta no es excesivamente alta, está hecha con piedra irregular pequeña y media y dispone de un talud en la parte baja de la zona interior que tiene dos funciones: amortiguar el efecto de los impactos de artillería y hacer llegar las armas pesadas a las zonas altas del muro.