Plaça Gran
Estás en el corazón del Mataró medieval. En esta plaza desde hace siglos, los agricultores de la comarca han venido para vender sus productos. La fisonomía actual de la plaza corresponde a las obras de ampliación que ser realizaron en 1773.
Te recomiendo hacer una vuelta y admirar algunos de los edificios de alto valor histórico que se agrupan en este espacio. Por ejemplo, Can Llorell, un edificio del siglo dieciséis que conserva varias ventanas de estilo gótico tardío, una de ellas geminada, con tracería y bustos esculpidos. Destaca también un escudo flanqueado por las figuras de dos niños y enmarcado por una cenefa.
En la otra esquina está Can Bosch, una casa del siglo dieciocho con un gran portal adovelado y ventanas enmarcadas con piedra. Se reconoce fácilmente porque tiene empotrada una fuente pública y un escudo de armas de Mataró en lo alto.
Y por el lado de levante, preside la plaza la Casa Vilallonga, construida en 1846 bajo las órdenes del clasicismo. Este gran edificio, propiedad de una de las familias más importantes de la ciudad durante los siglos dieciocho y diecinueve, fue durante un tiempo la sede del juzgado.
Una curiosidad: ante esta construcción también puedes ver dos farolas monumentales, las únicas farolas conservadas en la ciudad de su primer alumbrado público con suministro eléctrico.
Pero si un elemento personaliza este mercado es “El rengle”, la agrupación de paradas que hay en medio de la plaza. Esta construcción fue la respuesta a una vieja reivindicación de los vendedores que querían un lugar donde resguardarse de la lluvia, el frío y el sol.
El proyecto fue iniciado en 1891 por el arquitecto Emili Cabañes. Y un año más tarde, Josep Puig i Cadafalch lo concluía. El arquitecto municipal reformó la cubierta incorporando toques modernistas: un tejado semicilíndrico con revestimientos cerámicos, ladrillo visto y detalles ornamentales de hierro forjado.
Esta plaza hoy es una de las más emblemáticas de la ciudad.